La flora y vegetación que se desarrollan en el espacio natural protegido más grande de España, constituyen sin duda, la mayor riqueza de la que puede presumir este territorio olvidado del sureste peninsular. Los bosques, así como las numerosas singularidades botánicas (incluso endemismos) que cubren buena parte del Parque Natural poseen un incalculable valor ecológico, más si tenemos en cuenta, que buena parte de este singular territorio ha sufrido varios avatares históricos, que han modificado y transformado la vegetación clímax de este ámbito geográfico.

Ejemplares de pino resinero, Pinus pinaster. | Fuente: Elena Moreno Palomo.

En todo el espacio protegido podemos encontrar, en función de su importancia ecológica,  tres grandes ecosistemas, que a su vez se desarrollan (aunque de forma desigual) en nuestra sierra:

  1. Zona de alta montaña. Nos referimos a las cimas y cumbres de todo el espacio natural donde se desarrollan las temperaturas más extremas y azotan los vientos más fuertes. Las especies vegetales que se desarrollan en estas altitudes (siempre por encima de los 1800 metros) lo hacen en ambientes únicos y muy vulnerables a las actividades humanas, pudiendo encontrar varias especies poco comunes o raras. En la Sierra de las Villas, la única cumbre a destacar por encima de esta altitud sería la cima del Blanquillo.

  2. Bosques. El desarrollo de la gran masa forestal de nuestro espacio protegido dan un ambiente umbrío, fresco y normalmente húmedo, además de armonizar el ciclo hídrico, dar cobijo y alimento a los animales, siendo el hogar de multitud de especies. Predominan los bosques de coníferas, consecuencia de su reforestación, la cual cobró importancia tras la guerra civil española, con fines meramente productivos y, sin tener en cuenta, los valores ecológicos del ecosistema. De este modo, quedó relegado a un papel secundario el bosque de frondosas, siendo escasos los reductos de encinas y quejigos, que hoy encontramos en nuestra sierra. 

  3. Zonas húmedas. Estas áreas quedan circunscritas a las proximidades de los cursos fluviales generando una interesante vegetación de ribera, la cual queda muy bien representada en toda la Sierra de las Villas. Ello es debido a la multitud de arroyos, torrentes y ríos, que surcan importantes tramos de cerradas, trancos, barrancos y valles por toda la geografía serrana, aportando un valor añadido a los ecosistemas de las zonas mediterráneas caracterizadas por la especificidad estructural. 

Antes de proseguir, debemos destacar que la biogeografía es la ciencia que estudia la distribución de los seres vivos sobre la Tierra. Las plantas, debido a su fijación en la misma, permiten diferenciar áreas de características ecológicas similares, siendo además muy sensibles a las variaciones de las mismas. 

Desde nuestro estudio biogeográfico nos centraremos inicialmente en la zonación biogeográfica del espacio natural protegido y por ende la Sierra de las Villas. Dentro de la región mediterránea en la que se sitúa el Parque Natural,  nuestra sierra se encuentra en la provincia Bética, una de las mejor caracterizadas florísticamente. Concretamente nos hallamos en el sector Subbético, donde predominan los materiales litológicos calizo-dolomíticos de origen sedimentario. Nuestro espacio protegido, junto con Sierra Nevada, conforman una de las mayores proporciones de endemismos  de la península Ibérica.

Endemismo: cualquier familia, género, especie, subespecie, variedad o raza; con causas muy variadas pero normalmente por aislamiento geográfico, cuyas áreas de circunscripción corresponden a un determinado espacio geográfico.

Como bien sabemos las zonas montañosas son propicias para el desarrollo de especies únicas debido a los condicionantes tan específicos que se dan en las montañas: topografía, altitud, orientación, exposición, litología… La naturaleza de las rocas que nos ocupan (calizo-dolomíticas) dificulta la vida de muchas plantas. Los canchales calizo-dolomíticos crean un medio hostil debido a la movilidad del sustrato,  sequedad del mismo, exceso de cal y magnesio… que sólo  permite el asiento de las denominadas superespecialistas lo que, unido al carácter de aislamiento que le ofrece la montaña y sus peculiaridades climáticas, contribuye a la aparición de endemismos. Razón por la que en todo el Parque Natural existan numerosas especies exclusivas o únicas.

Por regla general, estas especies de las que estamos hablando destacan por su carácter minúsculo, por lo que suelen pasar desapercibidas. En ocasiones, son las únicas capaces de dar un toque de color a los roquedales o farallones calizos. Cabe destacar la Violeta de Cazorla, Viola Cazorlensis (se da en buena parte de la Subbética), aunque debido a ser muy representativa de la zona, haya sido la elegida como emblema del Espacio Protegido. Lógicamente,  su recolección queda estrictamente prohibida al ser una especie protegida, que con un bello rosa purpúreo alegra los roquedales primaverales de la Sierra de las Villas.

Ejemplar de la Violeta de cazorla, Viola cazorlensis, en la Cerrada de San Ginés. | Fuente: Fernando López Alonso.

Otra especie significativa es el Geranium Cazorlense, pequeño geranio adaptado a vivir en los derrubios del piso oromediterráneo donde la nieve permanece durante más tiempo. Junto a ella, suele asociarse la Aquilegia pyrenaica subespecie Cazorlensis, conformando ambas una auténtica joya botánica de este territorio. Lamentablemente, debido a su especificidad, no podemos contemplarla en la Sierra de las Villas, aunque eso sí, a escasos Kilómetros: en la cima y derrubios de la umbría del pico Cabañas se desarrollan en todo su esplendor.  

Aunque la Pinguicola vallisneriifolia aparece en buena parte de la provincia Bética, en nuestro Parque Natural y, ahora sí, en la Sierra de las Villas, alcanza sus mejores manifestaciones. Nos referimos a la conocida vulgarmente como atrapamoscas. Su hábitat es muy específico: paredones calizos y umbríos, rezumantes de agua y humedad, propios de las gargantas y cerradas de nuestra sierra. En este ambiente los insectos buscan la sombra y el frescor, para refugiarse del intenso calor de la estación estival y allí está nuestra querida planta, la crasilla o atrapamoscas, que con sus hojas pringosas atrapan a estos insectos. 

La lista de rarezas botánicas podría alargarse, destacando la importante biodiversidad de todo este espacio geográfico. Además de estas singularidades, en nuestro trabajo queremos interpretar el paisaje y reconocer también el estrato arbóreo y arbustivo de nuestra sierra, tanto las especies más comunes, cómo aquellas otras menos frecuentes. Precisamente estas últimas, las más inusuales, nos aportan fehacientes explicaciones de la importancia de las condiciones ecológicas del Prebético de nuestra sierra. 

Seguidamente ofrecemos una galería fotográfica de aquellas especies más representativas de la Sierra de las Villas, esperando que el propio lector, pueda convertirse en viajero o explorador y pueda reconocerlas en su deambular por este mágico territorio, que independientemente de la estación en la que se recorra, no deja indiferente a nadie. 

Pino salgareño en las inmediaciones de Navazalto. | Fuente: Fernando López Alonso.
Ejemplares de Pino resinero, Pinus pinaster; 23-01-2023. | Fuente: Elena Moreno Palomo.
Ejemplares de enebro, juniperus communis, en el sotobosque de Navazalto. | Fuente: Elena Moreno Palomo.

Ejemplares de Sabina rastrera, juniperus sabina, en el entorno de Navazalto. 20-01-2023. | Fuente: Elena Moreno Palomo.

Ejemplar de encina, quercus rotundifolia, en las inmediaciones de Chorrogil. | Fuente: Elena Moreno Palomo.

Ejemplar de quejigo, quercus faginea, en las inmediaciones de Chorrogil. 06/12/2022. | Fuente: Fernando López Alonso.
Ejemplares de Fresno, Fraxinus Angustifolia, en el entorno de la Fresnedilla. 23-01-2023 | Fuente: Elena Moreno Palomo.