La actual orografía de la Sierra de las Villas es consecuencia de los momentos de calma tectónica de la Era Secundaria y la sedimentación de la misma, así como los movimientos orogénicos de la Era Terciaria, caracterizados por la colisión de las placas europea y africana. 

El territorio en el que nos situamos se localiza en la zona prebética del Sistema Bético. Esta zona, la más occidental del Prebético, era la más próxima a la meseta Ibérica y en la que predominan sedimentos de origen marino, somero e incluso continentales. O dicho de otro modo, el espacio que nos ocupa, era la margen oriental de la placa Hercínica Ibérica y, por tanto, estaba bañado por el mar de Thetys. De esta forma se formó durante miles de años una plataforma continental marina donde fueron sedimentados materiales calcáreos. 

Repasando la historia geológica de esta sierra, podemos advertir que comienza en el periodo Triásico, ya que a esta era le pertenecen los materiales más antiguos de esta área. Por tanto, el zócalo Herciniano de la meseta, más antiguo que el Prebético, no aparece en nuestra área de estudio. Así bien, los materiales triásicos se depositaron en cuencas continentales alargadas que se formaron a favor de las fallas que comenzaron a crearse a partir del estiramiento cortical que propicia la ruptura del supercontinente en diversas subplacas; dichas cuencas serían invadidas posteriormente por las aguas del mar de Thetys.

 

La naturaleza de estos elementos triásicos es arenosa y arcillosa, como corresponde a su origen fluvial. Además también encontramos rocas calizas (que corresponden a las inundaciones marítimas de estas cuencas triásicas). El clima bajo el que se depositaron estos sedimentos fue el más cálido y árido que ha conocido el planeta. De hecho, al comienzo del Jurásico (205 millones de años aproximadamente) viene marcado por la entrada definitiva del mar en estas cuencas. La naturaleza de estos sedimentos es calcárea, aunque los continuos descensos del nivel del mar depositaron rocas arcillosas de origen continental (procedentes de la meseta). 

 

A partir de aquí la sedimentación había sido continua en la totalidad del área Prebética, paulatinamente la zona más externa sufrirá periódicas emisiones, como consecuencia de cierta actividad tectónica que erosionará gran parte de estos sedimentos. El tránsito entre el Jurásico y el Cretácico (130 millones de años aproximadamente) viene marcado por la inestabilidad tectónica que provocó emersiones y sumersiones sucesivas de la cuenca Prebética y  en algunas de estas emersiones los materiales calizos fueron karstificados. Estos procesos geomorfológicos están bien presentes en buena parte de la Sierra de las Villas: cuevas, galerías, lapiaces, poljés, etc. 

 

El episodio erosivo más importante tuvo lugar en el Cretácico inferior. En este momento los relieves Hercinianos de la meseta se reactivan en casi toda la cuenca Prebética, produciendo una fuerte erosión y finalmente, la sedimentación de paquetes arenosos, que atestiguan una sedimentación continental bajo un clima tropical. La etapa más importante de sedimentación en el Prebético culmina en el Cretácico superior, depositando enormes volúmenes de materiales carbonatados, principalmente dolomías, que ocupan hoy amplias áreas del Prebético y tan bien representados se encuentran en nuestra sierra de estudio.

En la etapa final de Cretácico, el mar comienza a descender y queda descubierto en las áreas orientales que fueron las últimas en contener sedimentos mareales. Con ello concluye el periodo sedimentario más importante de la cuenca Prebética, aunque con posterioridad el mar cubriera transitoria y someramente este espacio. 

 

A partir de este momento las relativas coincidencias de estabilidad son sustituidas por procesos de plegamientos originados por la aproximación de la placa Ibérica y Africana. No obstante es necesario precisar brevemente el nuevo escenario geográfico que se origina. Llegado un momento se produjo un deslizamiento hacia el norte a finales del Cretácico y los fondos oceánicos del Tethys, comprendidos entre la placa Ibérica y la subplaca de Alborán fueron subducidos. Su movimiento hacia el norte se produjo durante toda la primera mitad de la era terciaria. 

 

A principios del Mioceno, introducidos de lleno en la era Terciaria, Iberia y el bloque  de Alborán ya habían entrado en colisión. A partir de este instante,  los materiales sedimentados en la plataforma del margen ibérico, durante todo el Secundario, conformarán las zonas externas, las cuales irán sufriendo un proceso de deformación.  Este continuado empuje tectónico se llevará a cabo con parte de la zona prebética ligeramente sumergida bajo el mar. La zona que en la actualidad está ocupada por la depresión del Guadalquivir ya había experimentado hundimientos con anterioridad, pero en este momento vuelve a intensificarse. 

 

En torno a los 9 millones de años, en el Mioceno superior, el mar se retira definitivamente de la zona Prebética y ésta experimenta su mayor deformación con numerosos cabalgamientos orientados hacia el oeste, fracturados en multitud de escamas, como bien puede observarse en amplias zonas de la Sierra de las Villas. El mirador del pico Navazalto puede ser un claro ejemplo de estos procesos geológicos. 

Panorámica desde Navazalto. 23/01/2023. | Fuente: Marian Moya Cuesta.

Tras una nueva invasión marina, en torno a unos 8 millones de años, la zona que nos ocupa inicia una importantísima elevación, resultado del engrosamiento de la corteza: superponiéndose cabalgamientos de los materiales Prebéticos, así como cabalgamientos del zócalo hercínico subyacente, el cual soporta los materiales sedimentarios del Prebético. En cualquier caso, en los últimos 5 millones de años, han continuado los levantamientos otorgando a estas sierras el volumen montañoso que hoy podemos apreciar.