Antes de comenzar con el análisis de la geomorfología de la Sierra de las Villas debemos saber qué significa este concepto, para tener bien claro que, nuestro objeto de estudio en estas líneas hace referencia a las formas del relieve terrestre. La geomorfología, por tanto, es una rama de la geografía y de la geología, que si bien sí existen estudios variados y diversos sobre estas ciencias, por lo que respecta a la geomorfología, no existen estudios que aborden  estas formas del relieve de nuestro territorio serrano en concreto.

En un paisaje eminentemente calcáreo como este, es natural que los procesos de modelado relacionados con la disolución de la roca caliza, sufran un desgaste debido a la carga de CO2 disuelta en el agua, dando lugar a los paisajes de modelado kárstico. En este apartado cabría destacar que la cantidad de CO2 disuelta en el agua de lluvia o en la escorrentía, depende en gran medida de la temperatura. Así, a menor temperatura, mayor carga de este componente químico disuelto en el agua, por lo que la capacidad de disolución de la roca aumenta de forma considerable. 

Dentro del modelado del paisaje Kárstico podemos diferenciar entre: las grandes unidades de modelado geomorfológico, las mesoformas y microformas más comunes de nuestra sierra.  Empezando por estas últimas podemos destacar:

Los lapiaces, como forma más recurrente de micromodelado en nuestra sierra, presentan múltiples fisuras y oquedades, como consecuencia de la disolución de la roca. En general, constituyen excelentes superficies de absorción de las precipitaciones, propiciando así la formación de redes de circulación subterránea, horadando importantes grutas y simas en el interior de la sierra, generando un importante endoKarst, que hace las delicias de los grupos de espeleología.

Lapiaz en la Sierra de las Villas. 2023. | Fuente: Álvaro Martínez Altarejos.

Por otra parte, los llamados procesos de ladera y, haciendo mención ya a las mesoformas, son los responsables de la formación de derrubios y canchales, los cuales se pueden observar en distintos puntos de la Sierra de Las Villas. En materiales particularmente fisurados, sensibles a la acción de los ciclos de hielo-deshielo (gelifracción), son características la formación de los derrubios estratificados adosados a los relieves más escarpados. 

Una de las causas de los ciclos de hielo-deshielo son los relieves residuales con curiosas morfologías de agujas y torreones, resultado de la desigual resistencia del material rocoso.  

Torreón calizo en las inmediaciones de Navazalto. 2023. | Fuente: Álvaro Martínez Altarejos.

Una de las mesoformas más llamativas de la Sierra de las Villas es el denominado Ojo de Carrales. Llamativa formación geomorfológica generada como consecuencia de la desigual resistencia de la roca calcárea, en contacto continuo con los meteoros atmosféricos y el CO2 disuelto en el agua de lluvia y escorrentía. 

Ojo de Carrales. 2018. | Fuente: P. Jiménez.

Junto a la anterior forma, y muy cercana en la distancia, aparece la majestuosa estampa de la conocida cueva de la Iglesia del agua de los perros. Una excelente y gran bóveda caliza, que aparece abierta al senderista y que en época de precipitaciones luce una pequeña chorrera desde la parte superior de la misma. Una vez más, los meteoros atmosféricos y la combinación del CO2 disuelto en el agua en contacto con el material carbonatado, genera la aparición de estas formas tan significativas en la sierra menos explorada de todo el espacio protegido. 

Cueva de la iglesia de los perros. 2018. | Fuente: P. Jiménez.

Los procesos fluviales son responsables de mesoformas como los valles de incisión lineal, precursores de los barrancos que surcan las laderas de las sierras. Dichos procesos fluviales han generado profundos valles excavados entre grandes paredes verticales de material carbonatado, dando lugar en este territorio a las conocidas cerradas. Probablemente, la de San Ginés es una de las más emblemáticas de nuestra zona de estudio. foto

 

Además de formas de erosión, las aguas corrientes son las responsables de formas de deposición de tamaño medio como las terrazas y fondos de valle, materiales que son transportados y depositados sólo en aquellos valles cuya amplitud permite al flujo de la aguas desprenderse de la carga transportada y que puede observarse en la zona más externa del Prebético, casi en contacto con el Valle del Guadalquivir y, lógicamente, aguas abajo de los ríos de la Sierra de las Villas a escasos kilómetros de su desembocadura en el gran río. 

 

Entre las mesoformas kársticas destacan las dolinas y torcas (más rocosas). Ambas son depresiones más o menos circulares originadas por la disolución, constituyendo la evolución natural de un lapiaz. Tanto las unas como las otras, también pueden tener su origen en el hundimiento de galerías subterráneas.

 

Los poljés, son depresiones aún mayores, que se forma por la unión progresiva de dolinas, siendo más profundas y con un fondo relativamente plano, con unos fondos rellenados de materiales poco permeables (arcillas), acumulando pequeñas lagunas como ocurre en el caso de las llamadas lagunas de Cazorla, más al sur de nuestra Sierra de las Villas. 



Un caso aparte de formas de tamaño medio son las que constituyen el karst subterráneo, al que hemos hecho mención al inicio de estas líneas. Estas sierras se consideran un fluvio karst, en el que los procesos fluviales son importantes de forma que existe una enorme interacción entre ambos tipos de fuerzas erosivas. De esta forma, se producen grandes sistemas de circulación subterránea dentro de estos grandes paquetes calizos. Ello queda demostrado por la profusión de surgencias de pequeño, mediano y gran tamaño, origen de infinidad de cursos fluviales. Estas redes subterráneas y el gigantesco almacén de agua que representa este acuífero kárstico, proporcionan una eficaz regulación de los caudales, pues muchos cursos fluviales manifiestan una regularidad que no está en consonancia con la irregularidad, interanual e interanual, de las precipitaciones, típica del clima mediterráneo. 

 

Dentro de las cavidades la forma de deposición más características son las conocidas estalactitas y estalagmitas. En el exterior, las aguas que salen de este sistema subterráneo, también efectúan depósitos. Es el caso de las tobas y travertinos. Estas formaciones se originan por la desgasificación del agua que pierde su contenido en CO2, y por lo tanto, su capacidad para contener cal, que sedimenta sobre cualquier objeto en contacto con aquélla La pérdida de CO2 se origina por la agitación del agua, cómo sucede en las cascadas y surgencias, de la misma manera que una gaseosa pierde us gas al ser agitada, originando así tobas o travertinos, facies en cascada, muy visibles en los numerosos saltos de agua que tenemos en la Sierra de las Villas.  

Travertino en la cascada de Chorrogil. 23/01/2023. | Fuente: Álvaro Martínez Altarejos.

Entre las grandes unidades geomorfológicas de nuestro espacio de estudio, están las superficies de erosión, cumbres y grandes valles. Todas ellas, son el resultado de la acción conjunta de muy diversos agentes y procesos de modelado.

 

Por lo que respecta a las superficies de erosión y aplanamiento tienen mayor envergadura en el sector central y meridional del espacio protegido. De este modo, tiene escasa relevancia en la Sierra de las Villas, si bien puede observarse en algunas cumbres, como la del Blanquillo.

 

Por lo que respecta a la unidad geomorfológica de la línea de cumbres, como por ejemplo el Blanquillo, peña Corva, Caballo Torraso,  Navazalto u otras, representan en sí un relieve resistente, derivado de su material, así como de su configuración tectónica. Estas presentan elevadas plataformas, sobre todo si los estratos presentan poca inclinación, atestiguando claramente el nivel de las cumbres. 

Cumbre de Navazalto. 23/01/2023. | Foto: Fernando López Alonso.

Finalmente, encontramos como tercera gran unidad geomorfológica los valles y laderas. El modelo de esta unidad de paisaje es el valle del Guadalquivir, el cual ha sido excavado siguiendo un dispositivo estructural favorable, al menos, hasta que realiza un giro de 90º hacia el oeste en la cerrada del Tranco de Beas. En todo este momento, la Sierra de las Villas, surge majestuosa en la margen del gran río andaluz, izquierda propiciando el alto valle del Guadalquivir, hasta que éste, se decide tomar destino hacia el Atlántico, en una línea de debilidad conformando un angosto, estrecho y majestuoso valle que marca el límite septentrional de nuestra sierra. 

Valle del Aguascebas Chico. | Fuente: Álvaro Martínez Altarejos.

Es necesario precisar que la abundancia de tajos y acantilados, llamados los pollos y canteros por estas sierras, es debido a la existencia de importantes paquetes de dolomías, masivas del Cretácico Superior por nuestra sierra. Dignos de mención ya no por su altura, sino con la constancia de su presencia a lo largo de muchos kilómetros son los grandes tajos y escarpes, formados en el frente exterior de las cabalgamientos y escamas tectónicas de las sierras de Cazorla y de las Villas, que aparecen siempre sobre los mencionados paquetes de dolomías masivas.